Hemosiderosis y hemocromatosis en aves

By on 5 febrero, 2014
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La htucanes-tucancitosemosiderosis y la hemocromatosis son dos enfermedades cada vez menos frecuentes en las aves, debido en parte al conocimiento que se tiene de sus requerimientos nutricionales y a la responsabilidad creciente de los propietarios en lo referente a su alimentación. Aún así, debemos ser conscientes de si tenemos un animal con tendencia a desarrollar este tipo de enfermedades y actuar en consecuencia para prevenirlas, ya que se trata de enfermedades muy graves y que cuando el animal muestra síntomas, muy probablemente sea demasiado tarde.

Empecemos por definirlas y diferenciarlas. La hemosiderosis es el aumento de los niveles de hierro (en forma de un pigmento llamado hemosiderina, producto de la degradación de la hemoglobina sanguínea) en determinados órganos y en el torrente sanguíneo, sin observarse daños graves en ningún órgano importante. La hemocromatosis es un grado superior y más grave de hemosiderosis, en la que ya se observan acúmulos importantes en determinados órganos, como el hígado, bazo, corazón, en los que causan daños graves a nivel histológico y funcional. Hay algunas familias de aves con predisposición a esta enfermedad, entre ellas los tucanes, los minahs y las aves del paraíso, aunque podemos diagnosticarla también en psitácidas.

Los síntomas clínicos son muy variados y normalmente son debidos a lesiones en hígado y corazón. Los más frecuentes son muerte súbita en menos de 24 horas (sobretodo en minahs, por depósito de hemosiderina en el miocardio del corazón), pero también se observan síntomas más graduales como debilidad progresiva generalizada, disnea o ascitis (acúmulo de líquidos en la cavidad celómica).

El diagnóstico es muy controvertido, ya que en la mayoría de casos se hace postmortem. En casos en los que los síntomas son más graduales, la radiografía puede evidenciar un hígado y un corazón más grandes de lo normal y presencia de líquido ascítico en la cavidad celómica. Las analíticas sanguíneas son útiles pero inespecíficas, ya que sólo nos indicarán la funcionalidad hepática. Las determinaciones de hierro libre, hierro total y TIBC (Total Iron Binding Capacity) serán poco útiles porque el hierro puede estar en niveles normales en sangre e irse acumulando en los órganos afectados. El único método para obtener un diagnóstico definitivo es la biopsia de hígado, en la que se practican tinciones específicas y se detectan los depósitos de hemosiderina.

El aspecto más controvertido de esta enfermedad es saber cuál es la causa. Se han sugerido una gran cantidad de hipótesis, pero ninguna parece cierta totalmente. En primer lugar, la ingestión de una dieta con niveles altos de hierro parece la más plausible, aunque no la única necesaria para producir la enfermedad. Las familias de aves más predispuestas a padecer dicha enfermedad son aves de alimentación frugívora e insectívora, alimentos ambos con bajos niveles de hierro. Por ello, estas aves han evolucionado para absorber al máximo el poco hierro disponible en sus dietas y a eliminarlo en las mínimas cantidades. Cuando las aves son alimentadas en cautividad con una dieta con bajo hierro (pero con mucho más del que se encontrarían en su hábitat natural), los niveles de hierro en sangre aumentan y se produce la enfermedad.

Otra hipótesis que se ha barajado es la implicación de condiciones de estrés o de infecciones en los animales. Cuando hay una infección, el organismo tiende a secuestrar los metales pesados, como el hierro, en el hígado sobretodo, para evitar que esté disponible para los agentes infecciosos, hecho que, junto con concentraciones altas de hierro en sangre, induce la enfermedad. Algo parecido se ha sugerido para los animales que están hacinados o en condiciones estresantes, por lo que son más susceptibles a las infecciones y se produce el secuestro de hierro de forma preventiva, sin necesidad de una infección activa. Enfermedades simultáneas que cursen con retraso del tránsito intestinal aumentarán la absorción de hierro. Se han sugerido también causas nutricionales, como déficits de vitamina E, que actúa como antioxidante y contrarresta los efectos oxidativos tóxicos del hierro en los órganos afectados, o la ingesta excesiva de alimentos ricos en vitamina C, que aumenta la absorción intestinal de hierro.

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El tratamiento debe ser sintomático si el animal tiene síntomas respiratorios o cardíacos, con oxígeno, diuréticos si hay ascitis, antibióticos si sospechamos de infecciones concomitantes, etc. El tratamiento más o menos específico se basa en hacer flebotomías (extracción de un 1%-2% sobre el peso del animal de sangre cada 15 días), para así disminuir la cantidad de hemoglobina circulante y por consecuencia, la cantidad de hierro, obligando al organismo a extraerlo de los depósitos de hemosiderina. Este procedimiento, evidentemente, debe hacerse de forma controlada, realizando analíticas a cada flebotomía, para asegurarnos de que no causamos una anemia secundaria, y biopsias de hígado para monitorizar la evolución y espaciar o detener el tratamiento. Como hemos visto, la prevención es la mejor opción, por lo que una dieta baja en hierro y en cítricos (ricos en vitamina C) puede sernos de mucha ayuda. Hay estudios también que demuestran que las familias de aves afectadas, en su hábitat natural, tienden a beber agua de hoyos en los árboles, agua la cual contiene cantidades moderadas de taninos procedentes del árbol, sustancias con una capacidad importante para reducir la absorción de hierro a nivel intestinal. Por ello, muchas colecciones de aves y zoológicos están empezando a introducir taninos en forma de té en la dieta de sus aves, con resultados no concluyentes aún.toucan01

En conclusión, debemos ser conscientes de las especies de aves que tenemos y de sus requerimientos tanto nutricionales como de hábitat, para evitar problemas de este tipo. En este caso, una dieta formulada para las especies que tenemos, así como la suplementación con vitaminas del tipo antioxidantes pueden prevenirnos la enfermedad en muchos casos. Como en tantas otras enfermedades, las visitas regulares a un veterinario especializado nos ayudarán a prevenir y luchar contra la aparición de dichos procesos.

Bibliografía recomendada:

 

–          Harrison GJ., Lightfoot T., Clinical Avian Medicine, Spix Publishing 1ª ed., 2005.

–          Tully TN Jr., Dorrestein GM., Jones AK , Handbook of Avian Medicine, Saunders Ltd. 2ª ed., 2009.

–          Samour J., Avian medicine, 2nd ed, Mosby, 2007.

–          Massarotto V., Marietto-Gonçalves GA., Hemocromatosis en aves de la Família Ramphastidae, Veterinaria y Zootecnia, nº 17, 2010.

–          Dierenfeld ES., Pinis T., Sheppard CD., Hemosiderosis and dietary iron in birds, Journal of the American Institute of Nutrition, nº 124, 1994.

–          Johnston GB., Iron storage diseas in softbilled birds (hemochromatosis), comunicación libre, 2004.

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