La relacion humano-loro

By on 18 marzo, 2015
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Los loros por naturaleza establecen vínculos muy estrechos con sus compañeros de bandada y especialmente con su pareja, es propio de su etograma normal.Yellow-naped_Amazon_Parrot.294201711_large

Pero cuando esta relación se lleva hasta límites que rozan la sobre unión puede empezar a ocasionar problemas. En algunos casos, también podemos hablar de sobre impronta, diferenciando que la impronta solo se da en pichones criados a mano y la unión puede darse en aves adultas que han sido capturadas del medio.

Vamos a mostrar los tipos de relación que puede establecer un psitácido con su propietario y a identificar cuando esta relación está sobrepasando los límites.

La unión de un loro con su propietario se inicia cuando este deja de tener temor ante su presencia. Primero establece contacto visual cuando el propietario está presente, dejando sus actividades para controlar lo que este hace. Muchas veces vocaliza cuando le hablan, a modo de respuesta como lo haría con otros loros. Puede también seguir tus movimientos a través de la jaula.

Cuando el loro empieza a aceptar comida de la mano de su propietario, es cuando consideramos que el loro es “manso”. Todos los loros, aun siendo adquiridos de adultos pueden amansarse con paciencia.

El paso siguiente es que el loro suba a tu mano y pueda ser transportado sin mostrar nerviosismo o agresividad. Esto ya es indicativo de confianza entre el loro y el propietario.

Cuando llegamos a este punto, el loro se puede considerar socializado. Otros signos de unión son dejarse besar, llamarnos cuando estamos ausentes (en forma de gritos), dejarse manipular cualquier parte del cuerpo, dejarse colocar en posiciones incomodas (como patas arriba), acudir a la llamada o venir a nosotros sin ser llamado o incluso ocasionalmente puede tratar de regurgitar o realizar algún tipo de cortejo (ojo! Solo ocasionalmente)

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Pero… ¿y cómo saber que estamos creando una sobre unión?

La sobreunión se caracteriza por algunas alteraciones comportamentales, tales como:

  • Gritos y agresividad cuando observa que prestamos atención a otro ser vivo, ya sea el perro, otro loro o nuestra mujer (lo típicamente llamado como celos). La agresividad suele ser redirigida, en muchos casos a juguetes.
  • Cuando el cortejo se vuelve obsesivo y lo hace de forma frecuente.
  • Cuando el loro no tolera la manipulación por parte de otras personas que no sean su propietario
  • Cuando ataca a otras personas o animales en presencia del propietario
  • Cuando responde con agresividad al ser retirado del hombro, brazo, etc. De su propietario
  • Trata de llamar la atención del propietario con comportamientos agresivos como son picotazos
  • En casos extremos, el loro puede dejar de comer si no es en presencia de su dueño o incluso en caso de hembras, adquirir comportamientos nidificantes y poner huevos.

¿Qué hacer si llegamos a este extremo?

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Jamás hay que reforzar ninguna de estas conductas cuando se inician. Los loros deben aprender a relacionarse con todo el mundo y también a entretenerse y estar solos. Cuando formamos una sobre unión con nuestro loro, muchas veces precisa de ayuda profesional para poder invertir la situación ya que es una situación compleja.

En el caso de aves sobre improntadas es más complejo de solventar, ya que no se les enseñó el etograma normal de su especie en su edad juvenil, por lo tanto no saben comportarse como loros. Por ello, jamás hay que tratar un pichón de loro como si fuese un niño. Somos especies totalmente diferentes y deben ser tratadas como tales. Los niños, como hijos nuestros, los pichones, como loros pequeñitos.

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