Malnutrición en aves rapaces

By on 27 marzo, 2020
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Una de la partes más importantes de tener un ave de presa en cautividad es alimentarla correctamente y por desgracia es donde suspenden muchos propietarios, principalmente los novatos. La dieta de una rapaz debe asemejarse lo máximo a la dieta que tienen en la naturaleza y esto no siempre es posible. Cuando tenemos un ave con alteraciones derivadas de una mala dieta, utilizamos el término malnutrición.  Este término abarca muchas patologias evidentes, pero no las clasifica. La sintomatología que observamos en un ave malnutrida es la siguiente:

– Atrofia muscular. Observamos una musculatura pectoral poco desarrollada aunque el ave aparentemente está sana. Esto ocurre cuando los depósitos de grasa del animal se han agotado y empieza a catabolizarse el músculo. Este proceso es más acusado en las especies pequeñas (como cernicalos, alcotanes y esmerenjones) que en las especies grandes como las águilas.

– Mal aspecto de plumaje y pico. El plumaje puede tener aspecto descuidado, sucio, plumas rotas y despigmentadas, presencia de lineas de estrés, mudas incompletas. El pico también puede presentar crecimientos anómalos, con presencia e placas, aspecto irregular, fragilidad con fracturas de los bordes.

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– Sobrecrecimiento y deformación de las uñas.

– Debilidad e inactividad. Estas aves se presentan inactivas, con poca capacidad para el vuelo, lo que acusa aún más la atrofia del musculo pectoral.

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El plumaje de las aves rapaces suele ser un buen indicador de su estado de salud. La mayoria de veces encontramos alteraciones en la muda, mayoritariamente causados por problemas nutricionales pero también debemos incluir en el diagnotico diferencial problemas hormonales e incluso estrés. Hay una infinidad de elementos que intervienen activamente en el complicado proceso de la muda: diversas vitaminas (A, D, E y B), ciertos aminoácidos (lisina, colina y riboflavina), algunos minerales (calcio, zinc, selenio, magnesio y manganeso), varios compuestos (cloruro sódico, ácido pantoténico)y por otro lado, la luz solar interviene decisivamente, de tal forma que si alargamos el periodo de luz diaria obtendremos mejores mudas en las aves. Las aves mantenidas en condiciones pobres de luz suelen tener mudas más problemáticas y si le sumamos una mala dieta, el resultado puede ser espantoso. El periodo de muda suele empezar tras el periodo reproductivo, habitualmente en verano en la mayoría de las especies mantenidas en cautiverio. Las aves durante la muda aumentan los requisitos nutricionales, la tasa metabólica y son más susceptibles al estrés y con ello a los procesos infecciosos, especialmente la aspergillosis. La presencia de bandas de estrés pueden indicarnos en que el ave sufrió algun proceso estresante o patologico durante el crecimiento de dicha pluma lo que ocasionó una descarga de corticoesteroides que provocaron la alteración de los collares epidérmicos. Esto es indicativo de problemas durante la muda o «muda insana».
Cabe decir que muchos problemas de la muda se deben a una dieta incorrecta o insuficiente, especialmente en aves que vuelan y mudan a la vez (recordemos que son aves mantenidas en cautividad, no salvajes). Esto puede corregirse con una suplementación vitaminico-mineral (vigilar con las sobredosificaciones también) y con una dieta correcta y en suficiente cantidad.

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Hemos hablado de alteraciones que pueden suceder, pero aún no hemos mencionado que dieta seria la idónea para nuestras rapaces.

Según muchos expertos, lo ideal es basar la dieta de las rapaces en animales recién sacrificados, que son criados en los propios centros o comprados vivos y matados justo antes de dárselo a las aves. Proporcionar presa viva (vertebrados)  a aves en cautiverio es éticamente reprochable, ya que les produce mucho sufrimiento a los animales empleados como alimento. Es importante variar las especies a administrar y darlos siempre enteros, ya que cada parte de su anatomia (piel, pelo, plumas etc. ) Ayudan a un tránsito digestivo normal en las aves rapaces y a formar las egagrópilas.

Nunca administraremos los alimentos fríos directamente de la nevera, sino que los atemperaremos un tiempo prudencial a temperatura ambiente. Administrar la comida fria puede causar irritación de la mucosa del buche o del esófago, malas digestiones y regurgitaciones.

Sobre las dietas de las aves rapaces, hablamos más extensamente en este artículo:

http://www.infoexoticos.com/alimentos-para-aves-rapaces/

podemos encontrarnos que las aves rechacen alimentarse. Esto puede ser preocupante, especialmente en aves de pequeño tamaño que necesitan un aporte diario de 1 kcal por gramo de peso para mantenerse en buenas condiciones. En estas pequeñas aves (cernicalos, esmerenjones y similares) es conveniente mantenerles la luz encendida por la noche cuando estan enfermas siempre que coman de forma voluntaria, para así evitar que entren en estado de hipoglucemia nocturna y aumenten la toma de alimentos.

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Si un ave se niega a comer hay que rehidratarla y reestablecer el equilibrio electrolitico  previamente antes de forzarla a alimentarse, ya que de lo contrario podemos autointoxicarla puesto que muchas de estas aves se encuentran en estado de acidosis metabólica, cetosis y esto puede llevarlas a un colapso si introducimos más proteína en su organismo.

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Para las aves anoréxicas emplearemos una solución salina al 10% suplementada con vitaminas y minerales que admonistraremos de forma oral o subcutánea siempre que nuestro veterinario lo crea conveniente. Una vez el ave esté hidratada podemos añadir una papilla de yema de huevo cocida suplementada con vitamina B. También se pueden usar mezclas comerciales para animales convalescientes.

Volviendo a las necesidades nutricionales de las rapaces, podemos clasificar las alteraciones de malnutrición según el nutriente al que afecte:

PROTEINAS

La proteína es la mayor fuente de energía para las aves rapaces, que tienen unos requisitos de mínimo el 18% puesto que son carnívoros estrictos. Puesto que las rapaces son aves que se alimentan principalmente de carne, es raro que manifiesten deficiencias de proteina, aunque en caso de falta de alimentos estas aves pueden emplear la grasa corporal como fuente de energía llevándolas a cuadros de cetosis.

Pero no toda la proteina es de la misma calidad. La metionina y la lisina son dos aminoácidos muy necesarios que en caso de deficiencia causan bandas de estrés y plumajes descoloridos.

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Aunque la proteina sea la base de su dieta, tanto el déficit como el exceso pueden causar alteraciones. Un exceso de proteína (carne magra de conejo, vísceras, cerebro etc.) puede predisponer a las rapaces a sufrir gota. La gota es un desorden metabólico caracterizado por el depósito extracelular de cristales de ácido úrico o uratos en diferentes tejidos y podemos encontrar la gota articular y la gota visceral.

Gota úrica

Las aves son animales uricotélicos, es decir, la mayor parte de los desechos nitrogenados se expulsan en forma de ácido úrico; este componente al acumularse en determinadas localizaciones del organismo podrá dar lugar a cuadros de gota, que puede ser visceral o articular, dependiendo si se deposita en las capas serosa de los órganos o en las articulaciones.

La deshidratación puede actuar como factor predisponente para que se desencadene el proceso de depósito de uratos. En animales vivos podrá diagnosticarse la gota mediante el hallazgo de niveles elevados de ácido úrico en la sangre (por encima de 20-30 mg/dl). Por desgracia, es una patologia que muchas veces se halla en las necropsias ya que muchas aves mueren de forma súbita sin manifestar sintomatología.
La patogenia de la enfermedad no se conoce con claridad. En general, se considera como origen del proceso una eliminación reducida de ácido úrico (mal funcionamiento renal, deshidratación) o bien, un aumento de su síntesis.
En cualquier caso, la hiperuricemia precede a la precipitación de uratos. Esta situación se produce como consecuencia de obstrucción urinaria (urolitiasis, hipovitaminosis A), deshidratación, determinadas intoxicaciones (tóxicos que afecten a la funcionalidad del túbulo renal, como el plomo o algunos insecticidas), procesos infecciosos, exceso de proteína en la dieta, estados carenciales, factores hereditarios, neoplasias renales, etc.
El cuadro clínico puede variar, según las dos formas de enfermedad:
Gota articular: inflamación de las articulaciones afectadas. El animal deja de usar esa extremidad lesionada y, finalmente, queda inmovilizada, apareciendo síntomas generales como anorexia y depresión. Observamos las articulaciones inflamadas, aspecto engrosado y duro al tacto. Puede afectar a cualquier articulación pero es más frecuente en las patas.

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Gota visceral: prácticamente asintomática o con sintomatología totalmente inespecífica justo antes de producirse la muerte súbita del animal. Este proceso suele ser crónico, aunque se han descrito depósitos agudos de gota úrica visceral en casos de insuficiencias renales agudas agravadas por deshidratación. En la necropsia debemos diferenciar los depósitos de uratos con calcificaciones mediante pruebas clínicas. Se trata de una enfermedad grave con mal pronóstico, ya que los tratamientos suelen fallar en aves.
GRASAS

El aporte de grasas es también muy importante en la dieta de las aves rapaces (6% de la dieta).

Como en muchas otras especies, un exceso de grasa puede ser perjudicial ya que produce obesidad, problemas digestivos (malabsorcion, diarreas) y problemas para metaboliza otros nutrientes como el calcio.

También podemos observar problemas en los vasos sanguíneos de las aves alimentadas con un exceso de lípidos.

Por otra parte, la deficiencia de grasa en la dieta de las aves jóvenes puede causar problemas de crecimiento y inmunosupresión.

HIDRATOS DE CARBONO

Representan una mínima parte de la dieta habitual de las aves rapaces.. La mayor parte de estos hidratos de carbono procederá de la degradación de los aminoácidos de la dieta.
Como consecuencia de un estado de inanición se producirá hipoglucemia, observándose cuadros convulsivos cuando la glucosa sérica disminuye por debajo de 50 mg/dl. Esto es relativamente frecuente en pequeñas rapaces, especialmente en gavilanes y similares.

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